Muros de Luz , el nuevo proyecto realizado por el artist a b ilbaino para ARTIUM, comparte el lenguaje de obras anteriores, aunque por la espectacularidad de su escenografía y la reflexión sobre el juego de la percepción visual de la arquitectura, es más ambicioso. En la sala se exhibe un conjunto de fotografías de diferente formato en el que conviven por un lado, imágenes de la propia materia prima de la arquitectura, es decir la piedra en bruto, y la misma cantera de donde se extrae, y por otro, la arquitectura desnuda, en este caso de ARTIUM. El conjunto, rotundo y de gran potencia visual, envuelve al visitante a través de la monumental geometría en blanco y negro de las imágenes, y de los intensos focos de luz que emanan de algunas de ellas, y que parecen estar cargadas de una energía especial.
La rugosa textura y tosca monumentalidad de la roca se deja sentir al recorrer con la vista las imágenes de las paredes de una cantera. Algunos de estos rudos muros han sido desocupados y horadados surgiendo así unos huecos, a modo de aperturas y ventanas que emiten un a b rillante luz blanca - con un cierto aura sobrenatural - que genera contrastes muy marcados y teatrales claroscuros. En algunas de las imágenes, este efecto lumínico, además de acentuar la cualidad escultórica de la masa pétrea, transforma el espacio de la cantera en un lugar cargado de simbolismo, como si de un santuario o espacio sagrado se tratase.
Frente a la cantera surge la arquitectura del museo. Varias fotografías se funden con el muro mismo de la sala, lo horadan y penetran hasta perder sus límites. El artista consigue hacer partícipe a la arquitectura real del museo, y a modo de perfecto trampantojo, reta a la más aguda percepción visual haciéndole dudar de lo que es imagen y lo que es muro. Ante esto, una cierta sensación de inquietud se apodera del observador que debe hacer un doble esfuerzo para discernir que es, de lo que no es. Esta incertidumbre entre lo que es real y tangible, con lo que es ficticio y puramente mental pone en evidencia las limitaciones de la experiencia visual humana (y el poder de la fotografía).
Otras tantas imágenes de menor formato completan el conjunto de la sala. Son prácticamente abstractas, y a pesar de contener referencias arquitectónicas evidentes, tienen una apariencia muy pictórica. La exposición se cierra con la proyección de un vídeo que traslada nuevamente al visitante al punto de partida: la cantera.
Fotografía, arquitectura, escultura y luz forman parte de un complejo y sofisticado entramado visual que es Muros de Luz. Aitor Ortiz hace dialogar todos estos elementos de manera magistral para construir un paisaje arquitectónico inexistente, un universo tangible pero impenetrable.