ARTIUM presenta en In albis la pintura vital, sincera y fresca del artista bilbaíno Alfonso Gortázar. Nacido en 1955, vive y trabaja en Bilbao, donde alterna el trabajo en el taller con la enseñanza de pintura en la Facultad de Bellas Artes de la UPV. Gortázar pertenece a una de las primeras promociones de artistas licenciados en dicha facultad, desde donde participó del espíritu de cambio que a finales de los 70 y primeros 80 ha revolucionado y marcado el arte español hasta nuestros días.
Desde el 1 de febrero hasta el 10 de junio de 2007
Sala Este Baja
Frente a las opciones más conceptuales y analíticas de aquel periodo, la pintura de Gortázar forma parte de una corriente que desde la figuración, basa su fuerza en la expresión, el color y una manera desinhibida de enfrentarse al lienzo. Sus fuentes de entonces son una amalgama del pop americano de Rauschenberg y Rivers, las corrientes expresionistas europeas y una no desdeñable presencia de las vanguardias vascas, especialmente de la mano de Arteta o los hermanos Zubiaurre. Con todo ello y su conocimiento del medio crea un lenguaje pictórico propio que se mantiene inconfundible hasta hoy, y con el que ha conseguido convertirse en una de las referencias más sólidas de la pintura figurativa vasca actual.
A través de este tiempo su pintura se ha caracterizado por la utilización de la figura humana en escenas de una irónica transcendencia. A menudo cruza la mirada de sus personajes con el espectador, a quien invita a afrontar los mismos cuestionamientos vitales que en su obra. La búsqueda de sentido dentro y fuera del cuadro, –más o menos optimista, mordaz o descreída– es el trasfondo en el que habitan sus personajes, plagados de alusiones autobiográficas y citas a su contexto cultural y artístico.
En los años 90 comienza a sufrir la falta de la motivación que le había llevado a pintar hasta entonces. Su pasión por la pintura se mantenía intacta, pero la crisis que estaba atravesando hizo que no expusiera en 5 años. Este período va a marcar la temática de su obra hasta nuestros días. In albis hace referencia a ese miedo a quedarse en blanco. Sus trabajos se cargan de autoironía y se retrata en espacios angostos, precarias chabolas levantadas con todo tipo de materiales donde aparece enfrentado al, desde entonces, omnipresente lienzo en blanco. El arte y la propia pintura se convierten en el tema de su trabajo, y los explota tanto temáticamente –con alusiones al artista, a su trabajo en el taller y a su contexto social–, como técnicamente –investiga el color, las texturas y diversas referencias pictóricas en cielos, fondos y los numerosos detalles que salpican el cuadro–.
A diferencia de sus cuadros anteriores, en la obra más reciente la figura humana llega a desaparecer, y cuando aparece lo hace en pareja, el pintor y la modelo, subrayando con ello su interés por el propio contexto de la pintura. Los espacios, saturados de objetos, se expanden y el color muestra su cara más amable. Eso sí, el lienzo en blanco permanece en todas sus obras, cual espada de Damocles.