“Me interesa más sugerir...”, Naia del Castillo.
Esta breve pero elocuente frase revela una de las claves fundamentales del arte de Naia del Castillo, que expone en ARTIUM obra realizada en los últimos tres años. Las dos series de fotografías y los objetos-esculturas que se presentan en la muestra logran crear una atmósfera intimista donde se respira el inquietante silencio y la provocación sutil que sugiere el trabajo de esta artista.
La obra de Naia del Castillo (Bilbao, 1975) es, sin lugar a dudas, de un gran atractivo visual y posee un enorme poder evocador, que podría erróneamente remitir al visitante, tras un superficial vistazo a la exposición, a una escenografía teatral o tal vez a un exquisito muestrario de moda femenina. Sin embargo, una visita más atenta revela que el trabajo de esta joven artista es fruto de una mirada crítica, de una meditada reflexión, y de un lento y laborioso proceso de trabajo.
El interés de Naia por insinuar parece ya manifestarse en la elección de los dos títulos de las series expuestas: Atrapados y Sobre la seducción. Esta denominación anticipa e insinúa la esencia de su arte y el objeto de su reflexión, que, o bien transita en el ámbito de la cotidianeidad y sus irremediables ataduras, o bien, se sumerge en el atractivo mundo del cortejo y la seducción.
En Atrapados, serie realizada en el año 2000, la mirada analítica de Naia del Castillo se detiene un instante para diseccionar el entorno y la relación – sobre todo femenina - con una serie de objetos cotidianos. Espacio Doméstico-Silla, Espacio Doméstico-Cama u Horas de Oficina, sugieren curiosas relaciones de dependencia con mobiliario y/o prendas de vestir. Son instantes congelados, situaciones imaginarias y atemporales en las que personajes anónimos, siempre mujeres, ven coartada su libertad de movimientos. La artista nos descubre una ambigua y extraña relación de amor-odio con ciertos objetos cuya utilidad se puede volver en contra de sus usuarias y “atraparlas” de manera dulce y suave, pero firme. A pesar de la irrealidad de estas situaciones, su autora pretende animar al espectador a reflexionar sobre su vida cotidiana, o tal vez incitarle a que se identifique simbólicamente con estas imágenes, pues ¿quién no se ha sentido alguna vez “presa” de las sábanas? o ¿quién no se ha tenido que dejar ”arrastrar” por alguien en el trabajo?....
La relación con uno mismo o con otros, se explora en Retratos y Diálogos. Son cabezas de mujer, presentadas individualmente o por parejas, cuyos rostros aparecen envueltos en espesas cabelleras. Frente a estas turbadoras “madejas” humanas se percibe una ambigüedad contradictoria. Los tupidos cabellos que ocultan los rostros ¿anulan la personalidad de estas mujeres? o por el contrario, y debido a su contundente presencia ¿reafirman su carácter? La respuesta está en los ojos del espectador, a quien la artista nuevamente invita a reflexionar más a fondo.
Sobre la seducción, es la serie que completa la exposición. Más teatral que la anterior, alude al ritual de la seducción y los códigos y arquetipos masculinos y femeninos que se despliegan en torno a ella. Esta serie, además de fotografías incluye varios objeto-esculturas que por su atractivo y fuerza estética adquieren un gran protagonismo. Tanto unas como otras, son obras independientes pero complementarias entre sí.
Para la ejecución de este trabajo, Naia del Castillo indaga en el cortejo romántico y la figura del seductor que surge en Occidente a partir del siglo XVIII. En la mayoría de ellas, la artista toma como referencia el cuerpo femenino para lanzar su mensaje. Babero, Seductor o Cortejo nos descubren partes del cuerpo ataviadas de manera sensual con prendas u objetos que insinúan sutilmente el juego de las apariencias, el galanteo, el deseo de seducir o la atracción de ser seducido. Tiro con arco, hecha con piel de serpiente y plumas de pavo real, se refiere explícitamente al amor y alude a Cupido que lanza sus flechas como si fueran serpientes que zigzaguean en busca de una indefensa víctima. La estereotipada estrategia de usar el cuerpo femenino como reclamo para seducir asoma en Luciérnaga I y II. Vestidos de exquisitas texturas se convierten en el soporte de ademanes femeninos, sofisticados y seductores, que buscan atraer y cautivar la mirada ajena.
No solo contenido y forma son interesantes en la obra de Naia del Castillo, también lo es su proceso de trabajo, lento y meticuloso. La elección de los materiales, sobre todo los textiles, – encajes blancos, telas de brocado, o bordados antiguos- , es realizada con sumo mimo y cuidado. La concepción y realización de los objeto-esculturas, confeccionados por ella misma, así como la composición, y el trasfondo de las obras pueden llevarle meses hasta llegar a su conclusión definitiva. Para realizar Tiro con arco, la artista recorrió almacenes de teatro y diversas tiendas hasta encontrar el material deseado, además tomó clases de tiro con arco durante un tiempo para comprender todos los secretos de este deporte. Ella describe y compara con acierto su manera de trabajar a estirar de un hilo, y desenredar la madeja hasta que la obra poco a poco va tomando forma.
Recorrer la exposición de Naia del Castillo supone deleitarse no sólo con la sutileza y elegancia de su obra, sino también descubrir un original mundo, femenino y sensual, que al igual que los títulos de sus series, atrapa y seduce con sigilo. Ser cómplices de su mundo exige una sola premisa: mirar, pero como ella afirma, “mirar con los sentidos abiertos”.