El trabajo de Alfredo Álvarez Plágaro (Vitoria-Gasteiz, 1960) presenta la peculiaridad de usar su libertad creativa para limitar su propia libertad. A pesar de comenzar su trayectoria en una línea figurativa, el artista dará un giro a su carrera hacia la abstracción pictórica a finales de los ochenta. Este será el punto de partida de sus «cuadros iguales», una serie de pinturas idénticas que desde entonces ha ido pintando de manera análoga, tanto por el modo mecánico que emplea en su realización como por el resultado formal que presentan.
Al igual que el propio título de la exposición, Plágaro, y con el deliberado propósito de no buscar diferencia alguna, la idea es cuestionar la ortodoxia de la unicidad, la noción tradicional de pintura como objeto original y diferenciado.
En esta ocasión, Plágaro dará por primera vez una vuelta de tuerca a su obra, al llevar la misma al paroxismo de la hipérbole repetitiva. Para ello creará varias series de cuadros iguales que tendrán como característica especial el elevado número de unidades pintadas por serie.
Para ello el artista crea varios microespacios dentro de la sala, que sumergirán al espectador en un entorno caracterizado por ritmos de vacío espacial con otros de densidad pictórica repetitiva totalmente fuera de lo común. La finalidad es atrapar visualmente al espectador y, cuando menos, conducirlo al asombro por estos grupos de cuadros iguales monumentales, únicos, no únicos y, en el fondo, distintos e iguales.
Toda la exposición se basa en la repetición de módulos y en el juego con unos formatos que aprovechan la forma de la arquitectura que los contiene.
La ironía y el sentido del humor predominan en el discurso de Plágaro, en su obra plástica y su persona, donde se pueden vislumbrar fácilmente ciertos tintes dadaístas. El acto mismo de la repetición predomina sobre lo pintado en un intento de ruptura con la sacralización del objeto artístico y la tantas veces preconizada «muerte de la pintura».
La repetición como modus operandi, como Leitmotiv en bucle, rompe con el modo clásico de la creación pictórica y otorga libertad total para instalar los cuadros en cualquier posición, alejándose de la rigidez de la composición clásica. Por otro lado, la utilización de formatos inusuales pone en tela de juicio el propio concepto de cuadro, enfrentando al público a una instalación a base de cuadros que han perdido el estatus de pintura tradicional.
El artista pretende así limitar su propia libertad, cosa que, paradójicamente, le hace sentir más libre, al tiempo que insta al espectador a reflexionar sobre cuestiones como el original y la copia, o la propia idea de repetición, y qué implicaciones puede tener esta en nuestro día a día.
«Lo más importante no es lo que es, sino que lo que es lo es varias veces.»
Plágaro
Inauguración: viernes 18 de mayo, 20.00 horas
Sala Norte, desde el 19 de mayo hasta el 2 de septiembre de 2012
Catálogo con textos de Miguel Fernández-Cid y Erich Franz.
Exposición producida por ARTIUM (Vitoria-Gasteiz).
Con el patrocinio de: